En los campos que alguna vez florecieron con la promesa de abundancia, comenzaron a crecer plantas retorcidas y enredaderas envenenadas. De esta agonía brotaron los Vilfructos, una raza de humanoides nacidos de la corrupción misma de la tierra.

Los Vilfructos son la personificación de la ira y el lamento de la naturaleza, una fusión oscura de plantas marchitas y esencia corrupta. Sus cuerpos están formados por enredaderas retorcidas y ramas negras que se entrelazan en una danza siniestra. Su apariencia es un recordatorio constante de la imprudencia mortal y su impacto en el mundo que los rodea.

Estos seres no son solo criaturas de maldad. A pesar de su origen tenebroso, algunos Vilfructos se alzan como guardianes de la tierra, vengando la explotación despiadada de la naturaleza y buscando restaurar el equilibrio. Poseen la habilidad de manipular las plantas y la energía corrupta que fluye a través de ellas, lo que les otorga un poder único y temible. Sin embargo, la línea entre la justicia y la venganza es frágil, y algunos Vilfructos sucumben a la oscuridad que los engendró, convirtiéndose en agentes del caos y la destrucción.

Los Vilfructos caminan entre los mortales como testigos vivientes de la fragilidad de la relación entre la humanidad y la naturaleza. Su existencia es una advertencia de que cada acto de desprecio hacia el entorno tiene consecuencias, y que la tierra misma puede responder con un lamento retorcido que toma forma y voz. Los Vilfructos, con su enmarañada apariencia y su magia corrompida, son tanto un recordatorio de la oscuridad que puede surgir de la avaricia como un eco de la esperanza de redimir lo que ha sido perdido.