Al lanzar el conjuro puedes elegir dos criaturas dentro del alcance, incluyéndote a ti mismo si lo deseas. Estas criaturas deben estar dentro de los 30 pies el una del otro. Durante la duración del conjuro, los destinos de estas dos criaturas se vuelven entrelazados mágicamente. Aparecerá encima de ellas un pequeño lazo rojo que las marcará como vinculadas.

Si una de las criaturas vinculadas recibe daño, la otra criatura absorbe la mitad del daño y lo recibe de daño psíquico como resultado del vínculo. Por ejemplo, si una criatura vinculada recibe 10 puntos de daño de un ataque, solo se llevará 5 y la otra criatura vinculada sufrirá 5 puntos de daño psíquico.

El vínculo es bidireccional, lo que significa que el daño se comparte en ambas direcciones. Si una de las criaturas vinculadas recibe daño, la otra criatura también sufre daño igual si es dañada posteriormente. Sin embargo, el daño causado por la «Vinculación de Destinos» no puede matar a una criatura. Si el daño reduciría a una criatura a 0 puntos de golpe o menos, esa criatura queda inconsciente pero no muere. Si la concentración del conjurador se rompe, el vínculo se disuelve.

Este conjuro puede ser estratégico cuando se utiliza de manera cuidadosa, ya que puede permitir que dos criaturas compartan el daño y protejan mutuamente sus vidas en la batalla. Sin embargo, también puede ser peligroso si una de las criaturas está en una situación de peligro.